Juan 1:1-18
1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
1:2 Este era en el principio con Dios.
La Palabra estaba en el principio, en el inicio del tiempo. Esta Palabra estaba con Dios ¡y también era Dios! La Palabra aquí es el término logos en el Griego. Esto habla, de un mensaje o palabras. Esta palabra puede ser entendida como la acción de la Palabra de la creación. Esta Persona era Dios. Esta Palabra es eterna, y soberana. La Palabra fue parte de la Trinidad que tuvo una eterna comunión cada una con otra (personas de la Trinidad). Cada miembro es distinto pero inseparable de la esencia de la Deidad. Esto no es politeísmo (creencia en muchos dioses como Dios) sino Dios es tres personas. ¿Confuso? ¡Si! Yo no pretendo entenderlo pero yo sé que mi Dios está por encima de la comprensión, si así no fuera y yo pudiera entenderlo, ¿Sería Él realmente Dios?
1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
1:5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
La creación fue hecha a través de la Palabra y cada cosa que existe fue formada por Sus manos. ¿Quién es esta Palabra? Jesucristo nuestro Señor. Todos los cuatro evangelios ubican a Jesús en el contexto histórico en el que nació. Mateo y Lucas hablan de genealogías y nacimientos, y Marcos se brinca directamente hasta Juan el bautista. Juan, por otro lado empieza con un poco de teología. Él introduce a Jesús no solamente como hombre, sino el Dios-hombre.
En él está una gran luz que es vida. Esta vida en Jesús es nuestra luz. La vida es nuestro más grande beneficio, sin vida nosotros somos nada. Jesús es la fuerte u origen de toda la vida. Jesús disipa las tinieblas. Las tinieblas, son muerte, pecado y separación de Dios. Pero La luz destruye las tinieblas, y aquí no hay nada que detenga su poder.
1:6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
1:7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
1:8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Un hombre vino a preparar el camino para la Luz. Él prepararía los corazones de hombres y mujeres. Este hombre era Juan el Bautista. Él es el precursor envidado por Dios. El propósito de Juan (como es el nuestro) en la vida fue guiar a otros a Jesús. Les mostró a ellos la luz. Me gusta lo que oí una vez, “Un cristiano es como un mendigo que sabe dónde encontrar el pan.” ¡Muéstrale a otros!
1:9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
1:10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
1:11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Dios Mismo descendió y se hizo la Luz. Esto está más allá de mi simple comprensión. ¿Cómo es que Dios vino a esta suciedad y porquería, para salvarnos? El Dios Altísimo que tiene ángeles proclamando Su gloria en todos los puntos del tiempo, que balancea el universo en la punta de Su dedo, este mismo Dios que respira vida en cada cosa, se hizo un hombre para salvar a la humanidad. Él hizo el mundo, pero aquellos que estaban en el mundo no lo conocían a Él. Él era ignorado por su propio mundo, ¡aún por su mismo Pueblo Israel! Jesús brilló Su luz y muchos no la vieron pero a aquellos que creyeron se les dio vida eterna y son llamados hijos de Dios. Nosotros como creaturas rebeldes contra su Creador recibiremos vida eternal si creemos en Jesús, dependemos de Él como nuestra salvación y nos aferramos a Él. Esto es nuestro nuevo nacimiento; somos nacidos de nuevo en Dios.
1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Dios se hizo carne, no pareció que vino en carne sino que se hizo carne para salvarnos a nosotros. Esto destruye el pensamiento de que Dios vino solo como Dios y “pareció” ser hombre. Se necesitó un hombre perfecto para salvar a la humanidad de la caída en Génesis 3. La humanidad se adhirió a la deidad de Jesús. El tomo la carne sin sus debilidades por el pecado. Él no tiene una naturaleza caída como con la que hemos nacido nosotros. El vino perfecto para salvar a los que eran imperfectos. “Habitó entre nosotros” puede ser traducido como “tabernaculó” o fijó Su tienda; esto nos da la alusión del tabernáculo en el Antiguo Testamento donde la gloria de la Shekina vino y moró entre los Israelítas. Dios bajó para estar con y en el mundo.
El Uno y Único Hijo de Dios vino para salvar, fue enviado a morir por los Suyos y por decisión propias. Él es el único y solamente él es el Salvador del mundo.
1:15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
1:16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
1:17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
1:18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Juan el Bautista vino y testificó acerca de Jesús. Él puso el escenario como ya lo hemos entendido, para que Jesús salvara al mundo. Ninguno ha visto a Dios, pero Jesús se ha mostrado a sí mismo en un modo único y vino en la forma de aquellos que Él vino a rescatar, la forma de un hombre. Esto es gracia pura. Esto es antiguamente llamado la Encarnación, donde Dios se pone en carne humana. Ya estamos recibiendo algo que no nos merecemos; un don gratuito para un pueblo indigno. ¡Sé agradecido! Regocíjate porque esto es solo el principio de la historia de gracia!
1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
1:2 Este era en el principio con Dios.
La Palabra estaba en el principio, en el inicio del tiempo. Esta Palabra estaba con Dios ¡y también era Dios! La Palabra aquí es el término logos en el Griego. Esto habla, de un mensaje o palabras. Esta palabra puede ser entendida como la acción de la Palabra de la creación. Esta Persona era Dios. Esta Palabra es eterna, y soberana. La Palabra fue parte de la Trinidad que tuvo una eterna comunión cada una con otra (personas de la Trinidad). Cada miembro es distinto pero inseparable de la esencia de la Deidad. Esto no es politeísmo (creencia en muchos dioses como Dios) sino Dios es tres personas. ¿Confuso? ¡Si! Yo no pretendo entenderlo pero yo sé que mi Dios está por encima de la comprensión, si así no fuera y yo pudiera entenderlo, ¿Sería Él realmente Dios?
1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
1:5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
La creación fue hecha a través de la Palabra y cada cosa que existe fue formada por Sus manos. ¿Quién es esta Palabra? Jesucristo nuestro Señor. Todos los cuatro evangelios ubican a Jesús en el contexto histórico en el que nació. Mateo y Lucas hablan de genealogías y nacimientos, y Marcos se brinca directamente hasta Juan el bautista. Juan, por otro lado empieza con un poco de teología. Él introduce a Jesús no solamente como hombre, sino el Dios-hombre.
En él está una gran luz que es vida. Esta vida en Jesús es nuestra luz. La vida es nuestro más grande beneficio, sin vida nosotros somos nada. Jesús es la fuerte u origen de toda la vida. Jesús disipa las tinieblas. Las tinieblas, son muerte, pecado y separación de Dios. Pero La luz destruye las tinieblas, y aquí no hay nada que detenga su poder.
1:6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
1:7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
1:8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Un hombre vino a preparar el camino para la Luz. Él prepararía los corazones de hombres y mujeres. Este hombre era Juan el Bautista. Él es el precursor envidado por Dios. El propósito de Juan (como es el nuestro) en la vida fue guiar a otros a Jesús. Les mostró a ellos la luz. Me gusta lo que oí una vez, “Un cristiano es como un mendigo que sabe dónde encontrar el pan.” ¡Muéstrale a otros!
1:9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
1:10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
1:11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Dios Mismo descendió y se hizo la Luz. Esto está más allá de mi simple comprensión. ¿Cómo es que Dios vino a esta suciedad y porquería, para salvarnos? El Dios Altísimo que tiene ángeles proclamando Su gloria en todos los puntos del tiempo, que balancea el universo en la punta de Su dedo, este mismo Dios que respira vida en cada cosa, se hizo un hombre para salvar a la humanidad. Él hizo el mundo, pero aquellos que estaban en el mundo no lo conocían a Él. Él era ignorado por su propio mundo, ¡aún por su mismo Pueblo Israel! Jesús brilló Su luz y muchos no la vieron pero a aquellos que creyeron se les dio vida eterna y son llamados hijos de Dios. Nosotros como creaturas rebeldes contra su Creador recibiremos vida eternal si creemos en Jesús, dependemos de Él como nuestra salvación y nos aferramos a Él. Esto es nuestro nuevo nacimiento; somos nacidos de nuevo en Dios.
1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Dios se hizo carne, no pareció que vino en carne sino que se hizo carne para salvarnos a nosotros. Esto destruye el pensamiento de que Dios vino solo como Dios y “pareció” ser hombre. Se necesitó un hombre perfecto para salvar a la humanidad de la caída en Génesis 3. La humanidad se adhirió a la deidad de Jesús. El tomo la carne sin sus debilidades por el pecado. Él no tiene una naturaleza caída como con la que hemos nacido nosotros. El vino perfecto para salvar a los que eran imperfectos. “Habitó entre nosotros” puede ser traducido como “tabernaculó” o fijó Su tienda; esto nos da la alusión del tabernáculo en el Antiguo Testamento donde la gloria de la Shekina vino y moró entre los Israelítas. Dios bajó para estar con y en el mundo.
El Uno y Único Hijo de Dios vino para salvar, fue enviado a morir por los Suyos y por decisión propias. Él es el único y solamente él es el Salvador del mundo.
1:15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
1:16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
1:17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
1:18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Juan el Bautista vino y testificó acerca de Jesús. Él puso el escenario como ya lo hemos entendido, para que Jesús salvara al mundo. Ninguno ha visto a Dios, pero Jesús se ha mostrado a sí mismo en un modo único y vino en la forma de aquellos que Él vino a rescatar, la forma de un hombre. Esto es gracia pura. Esto es antiguamente llamado la Encarnación, donde Dios se pone en carne humana. Ya estamos recibiendo algo que no nos merecemos; un don gratuito para un pueblo indigno. ¡Sé agradecido! Regocíjate porque esto es solo el principio de la historia de gracia!